Siempre creí que había una sola clase de prisión, y que esa prisión era el zoonosis.
Hoy comprendo que la miseria, y la pobreza, la calle y la falta de oportunidades, es otra clase de prisión, porque sólo se sale con ayuda, como de las jaulas....

Memoria

Memoria
Perritos de Villegas
Fundación Perritos de Villegas para la defensa del animal abandonado
Entidad sin fines de lucro.
Resolución 0001151

BUENOS AIRES. ARGENTINA

lunes, 27 de junio de 2011

Cosecharas lo que siembras....

La gente que nos demuestra día a día su cariño y afecto, y nos brinda ayuda , nos dan la fuerza y la alegría de saber que no nos equivocamos, que debemos seguir adelante....
Gracias a amigos por estar a nuestro lado desde hace tantos años!!!!!


Cosecharás lo que siembras

Por el padre Miguel Ángel

En el cañón del Colorado paseaba un padre con su hijo de siete años. La mañana era calurosa y el sol resplandecía en un cielo limpio. De repente, el pequeño se cae, se lastima la rodilla y exclama: ¡ahhhhhhhhhhhh!

Para su sorpresa, oye una voz oculta que también se queja: “¡ahhhhhhhhh!”

Con curiosidad, el niño grita: “¿Quién está allí?

Desde el fondo del Cañón, una voz le hace la misma pregunta: “¿Quién está allí?”

Enojado con la respuesta anónima, el niño prorrumpe: “Cobarde, ¿por qué te escondes?”

Del otro lado, alguien le contesta agresivamente: “¿Cobarde, por qué te escondes?”

El niño mira a su padre y le pregunta: “¿Qué sucede?”

El padre sonríe y le dice: “Hijo mío, presta atención”. Entonces le grita a la montaña: “Te admiro”.

Desde el fondeo del Cañón, alguien le confiesa varias veces: “Te admiro”, te admiro, te admiro”.

De nuevo, el hombre exclama: “Eres un campeón”.

La voz le responde: “Eres un campeón, campeón, campeón”.

El padre susurra en voz baja: Te amo.

La voz le responde suavemente: Te amo, te amo, te amo.

El pequeño está asombrado, pero no entiende.

El papá le explica mirándolo a los ojos: “La gente lo llama “eco”, hijo, pero en realidad es la vida”.

Luego añade en voz alta: “Te devuelvo cuanto le dices o haces…”.

“Te devuelvo cuanto le dices o haces, cuanto dices o haces, dices o haces” repite aquella voz desde el fondo del Cañón.

Cada uno cosecha y recibe lo que ha sembrado y dado.

Si anhelas más amor en el mundo, siembra amor a tu alrededor. Pero si deseas poco amor, da poco.

Si esperas felicidad, da felicidad a quienes te rodean.

Si quieres sonrisas y bendiciones, sonría y bendice.

Si te gusta cosechar desprecios, desprecia.

Si deseas bienes materiales, compártelos.

Si buscas amigos, hazlos.

Si prefieres soledad, enciérrate en ti mismo.

Si te interesa un mejor ambiente ecológico, siembra un árbol y no contribuyas al sobrecalentamiento del planeta.

Si necesitas que te escuchen, escucha a los demás.
Si procuras buena salud, cuida tu alimentación y forma de beber.

Si quieres una mejor familia, atiéndela.

Si hasta el día de hoy has estado cosechando soledad, enfermedades, tristezas, traiciones, no culpes a los otros. Mejor revisa tu morral para identificar las semillas que has estado sembrando y cámbialas si es necesario, para que, pronto muy pronto, puedas cosechar frutos abundantes y permanentes.

Si nos detenemos a reflexionar en cada una de las frases anteriores nos daremos cuenta de que son verdadera enseñanzas que no debemos olvidar nunca.

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