Decían que era bravo, y que por eso no se podía sacar, ni llevar a ningún lado. Pero así y todo, hicimos el intento porque Pipo miraba desde la profunda oscuridad en donde pasó largo tiempo con sus ojitos brillando en el medio de tanta negrura. Solo el flash de la cámara demostraba que había un alma penando en el infierno.
Al salir de la catacumba en donde lo metieron, era un perrito sumiso, que solo permanecía quieto bajo el sol, como si fuese la última vez, casi con miedo a que lo saquen del rincón que eligió en el refugio de Tortuguitas en donde resguardase.
El viernes 2 de Junio, a los 6 meses de salir de su prisión, se acercó por primera vez, y se integró al grupo de locos sueltos que son los demás, que disfrutan cada cosa con demostraciones de alegría. Pipo se acercó, y comió de mi mano, y su mirada era otra....Pipo ya sabe que está a salvo, que el sol le pertenece, que nunca más en la vida volverá a la oscuridad y las tinieblas del zoonosis de Villegas.
La Tumba quedó atrás, y tuvieron que pasar 6 largos meses para que pueda olvidar.
Hoy espera que alguien quiera llevarlo a su casa, y darle la vida y el amor que mereció siempre.
Es un perro buenísimo, demasiado bueno para haber recibido tan brutal castigo.
Está en adopción .
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